jueves, 20 de abril de 2017

Cómo ser un buen modelo sin querer serlo

Me pasó como contó una vez García Másquez, en alusión a que en ocasiones había escrito buenos libros, pero que le había costado horrores ponerles un buen título; pero también había escrito títulos tan buenos, que ya no había necesidad de escribir los libros porque la historia estaba contenida en dichos títulos. A una nano-escala me pasó igual: tenía listo el título de este artículo, pero no me atrevía a escribir porque pienso que lo que quiero decir hasta cierto punto está autocontenido en el mismo. 

El título indica que una persona puede ser un buen modelo a seguir para otros, sin esforzarse tanto  en serlo, o parecerlo, que no es lo mismo, ni tampoco es igual. Es decir, no se trata de estar consciente todo el tiempo de que hay que ser recto, íntegro, disciplinado, para que los demás vean que en realidad pueden tomarnos como referencia de buen ejemplo a seguir. Eso no es sostenible en el tiempo y además, todos fallamos de una u otra manera. 

La idea es vivir una vida que naturalmente se viva de forma consecuente con lo que se piensa y se cree. Que lo cotidiano sea vivir en función de los valores y principios que son correctos. No salirse del camino trazado. Que las acciones giren en torno a este concepto y a esta decisión. Porque es una decisión. 

Y de esa forma, los demás podrán ver que tenemos cosas buenas que son dignas de imitarse, emularse. No lo pretendemos de esa forma, pero las buenas acciones, las buenas intenciones son como grandes luminares que serán apreciadas por todos. 

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