miércoles, 15 de julio de 2009

Enfrentando los cambios

En ocasiones debemos replantearnos las cosas. Normalmente son las circunstancias cambiantes las que nos obligan. Como decía una canción: "las circunstancias me cercan".

Nuestras posturas en determinados campos deben ser ajustados, porque es conveniente hacerlo. Eso incluye necesariamente el cambio de paradigmas personales, cosa que no es fácil.

Pero no se trata de cambiar por cambiar. Porque hay cosas en las que no se debe cambiar. Por ejemplo, los grandes principios y los principales valores que han regido a la humanidad deben ser mantenidos y deben ser perpetuados. Conceptos como familia, amistad, amor, fidelidad, entrega, solidaridad, fe, esperanza... no deben ser materia de negociación, a pesar de las corrientes actuales que relativizan todo.

Si se va a cambiar, debe ser para mejorar. Actualizarse en relación con la tecnología, apostar por la educación continua y permanente, adquirir una actitud de aprendizaje y de "desaprendizaje" cuando sea el caso, son cambios legítimos que no solo podemos, sino que debemos hacer. Eso mejorara nuestra competitividad y nos ayudara en la búsqueda de la excelencia.

En la antigüedad Pablo de Tarso, quien por cierto sufrió probablemente uno de los mas impresionantes cambios integrales de paradigmas, nos dejo y lego la recomendación de que nos renováramos en el espíritu de nuestra mente.

Y tenia razón el apóstol de los gentiles, porque los cambios de cualquier naturaleza en el ser humano son cambios que comienzan a nivel interior. Si queremos eliminar un mal habito, tendremos que comenzar a manejar en primera instancia la idea de que es necesario hacerlo. Si este primer pensamiento logramos consolidarlo, lo que viene en seguida sera el intento, los procedimientos, la forma de hacerlo realidad.

Cuesta cambiar? Por supuesto. Pero cuando los cambios se requieren, vale la pena intentarlo. Y a veces, el intento nos llevara toda la vida. Queda entonces comenzar ya ese proceso.

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